1 diente de ajo
Aceite de oliva
1 pimiento choricero
La víspera lavamos las alubias con agua fría y las ponemos a remojo con un litro y medio de agua en una cazuela amplia.
Al día siguiente ponemos la cazuela al fuego, añadimos el diente de ajo entero y sin pelar, un chorrito de aceite de oliva (4 cucharadas) y una cucharadita de carne de pimiento choricero, cuando comience el hervor bajamos el fuego al mínimo y dejamos cociendo durante unas dos horas y media. A media cocción añadimos un poco de sal.
Al comenzar la cocción podemos remover con la cuchara pero luego conviene no remover o hacerlo con cuidado para que las alubias queden enteras.
Durante la cocción, si es necesario, vamos añadiendo agua fría poco a poco.
Cuando las alubias estén muy tiernas y el caldo haya espesado, retiramos del fuego, rectificamos de sal y dejamos reposar. Cuando vallamos a consumir las alubias las calentamos a fuego suave durante veinte minutos agitando la cazuela de vez en cuando.
Me gusta que el caldo esté un poco cremoso pero no en exceso, que no parezca un puré.
Este plato se suele acompañar de "los sacramentos" que pueden consistir en algún embutido cocinado; morcilla de cebolla (ver etiqueta “embutidos”) y chorizo cocido, cocinados por separado de las alubias. También suelen acompañar unas guindillas vascas (guindillas de Ibarra), y alguna verdura, frecuentemente berza cocida.
Este plato se suele acompañar de "los sacramentos" que pueden consistir en algún embutido cocinado; morcilla de cebolla (ver etiqueta “embutidos”) y chorizo cocido, cocinados por separado de las alubias. También suelen acompañar unas guindillas vascas (guindillas de Ibarra), y alguna verdura, frecuentemente berza cocida.
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